
Artículo publicado en la revista C del diario Crítica (2008) y en Emeequis (México).
Ustedes dirán que exagero, pero les juro que no es así. Ya verán. Todo empezó por casualidad en un puesto de diarios que está en la cosmopolita Plaza Italia. Me encanta mirarlo detenidamente porque hay publicaciones de todo el mundo: siempre observo sus revistas buscando alguna historia rara e interesante por contar. Y así fue como descubrí a la revista El Cisne. Su título de tapa me causó intriga apenas lo vi: Devotee y wanabee, el nuevo tabú sexual. Así comenzó esta historia que no sé cómo terminará. Ya verán.
Cita textual: Se conoce con el término de devotee (del inglés, ser admirador de, devoto de) a aquella persona que disfruta y siente placer relacionándose sexual o indirectamente con personas con discapacidad física. La discapacidad o la amputación son objetos de su deseo y muchas veces su obsesión. Para el wanabee (del inglés, want to be, querer ser) la fuente de placer se encuentra en el deseo de llegar a ser discapacitado, al punto de simular serlo, y en casos extremos, de autolesionarse. [Fuente: Revista El Cisne. (Revista sobre discapacidad, educación y rehabilitación). Nº 193. Setiembre del 2006]
Entrevista a licenciada María Elena Villa Abrille, quizá la única sexóloga de Argentina que sabe algo sobre devotismo.
¿Qué es un devotee? Es una persona que se siente sexualmente atraída hacia las personas con discapacidad o que tan sólo admiran como ellos llevan adelante sus vidas a pesar de las limitaciones. Pero lo importante es que cuando esta atracción es sólo de tipo sexual puede llegar a transformarse en una obsesión. Más aún, si esta obsesión perdura por más de seis meses, si su único fin pasa por relacionarse sexualmente con personas discapacitadas, estamos hablando de una parafilia.
¿Y qué sería una parafilia? Es el término moderno que se usa para lo que antes se le llamaba perversiones o desviaciones. Cuando la relación se da sin el consentimiento del otro y cuando ese deseo hace daño al otro estamos hablando de parafilias. Sino puede ser una preferencia sexual más. Eso es en el caso de los devotees. Pero los wanabees ya es otra cosa, creo que algún trastorno tienen, porque no cualquiera desea ser discapacitado.
¿Y cómo son los devotee parafílicos? Suelen merodear a los discapacitados y su gran deseo compulsivo es tener una relación sexual con dichas personas. Los hombres suelen elegir a las mujeres con amputaciones en las piernas y las mujeres prefieren a hombres en silla de ruedas. El devotee parafílico no se fija en la otra persona ni en el daño que le puede hacer.
¿Qué opinan de los devotee las personas discapacitadas? Atrocidades. Tienen miedo y quieren distinguir bien quién es devotee y quién no. Yo les diría que estén atentos a los devotee obsesivos, pero que estén abiertos a aquellas personas que quieran brindarles cariño genuino. Hay que comprender que el devotismo no es más que una nueva variante de la conducta sexual humana.
Internet es donde tanto devotees y wanabees encontraron refugio para armar un mundo paralelo donde expresarse, informarse y, claro está, calentarse. Ustedes ahora están a un click de distancia de miles de páginas web que ofrecen fotos de mujeres en ropa interior luciendo sus prótesis o de mujeres amputadas que provocan con sus hermosos cuerpos desnudos –o partes de él-. Así como algunos buscan en Youtube los grititos histéricos de Chachi Telesco, los devotees optan por apreciar videos de discapacitadas que bailan con sus sillas de ruedas o de filmaciones porno soft de mujeres que seducen con la sensualidad de la ausencia a hombres que desean servirlas apasionadamente. Como todo mercado porno/erótico, la oferta es básicamente para la platea masculina. Además, como sostiene la licenciada Villa Abrille, hay un 20% más de devotees varones que mujeres. Pero los foros son la piedra angular de este cibermundo, la plaza pública donde devotos y personas con discapacidad pueden conocerse, hacer amigos u ofrecerse como humildes servidores de mujeres y hombres postrados. En uno de ellos -www.disconocernos.com.ar- me topé con deseos que jamás imaginé posibles, con mensajes que no comprendí al principio, con ciertas sintaxis inabarcables:
(Nota del autor: los correos electrónicos publicados en este artículo pertenecen a personas reales que autorizaron su publicación, pertenecen a personas que te quiere conocer y que desean que les escribas).
Rodrigo fue el primer devoto que conocí. Con él puedo decir -no creo que me contradiga-, que ya somos un poco compañeros. Digo esto porque ya nos vimos cuatro o cinco veces y chateamos bastante seguido. Digo esto porque desde nuestra primera cita hasta el día de hoy su vida dio un giro de 180 grados. Ya verán.
Primero -para ir entendiendo un poco qué es todo esto del devotismo- le pido que me explique qué es lo que siente por las personas con discapacidad y él me dice que toda su vida tuvo estos sentimientos, esta admiración por ellos. Admiración que sentía mientras los veía subir a un colectivo en silla de ruedas o caminar por el centro con sus bastones despreocupadamente. El admira que sigan adelante a pesar de los obstáculos que les planta la vida.
Rodrigo me aclara que en el mundo devotee sobre gustos no hay nada escrito, y que hay todo tipo de discapacidades para cada devoto. Así como algunos admiran a los parapléjicos, hay otros que se sienten exclusivamente atraídos por los amputados. “Pero a mí lo que más me interesa son las desviaciones en la columna y la falta de motricidad. Creo que viene por ese lado. Todo lo relacionado con los aparatos ortopédicos”. Pero me aclara que no es que le gustan las mujeres de un andar defectuoso y listo. Primero le tiene que gustar como mujer, como persona. Como a todo el mundo.
Ahora ya no juega más a este juego, dice que se curó, pero meses atrás cuando caminaba por la calle no podía dejar de mirar a los discapacitados. “Recuerdo observarlos sin poder sacarles los ojos de encima”. Llegó al extremo de cronometrar los horarios de distintos discapacitados para poder conocer sus movimientos y así volver a verlos una y otra vez. “Y ahí yo me atormentaba preguntándome por qué me pasa esto. Sin embargo nunca me cansaba de mirarlos, de admirarlos”.
Estos cuestionamientos se transformaron en pesadillas y en insomnios eternos y nocturnos. Dentro de su cabeza escarbaba la idea que era el único pervertido del mundo que gustaba de los discapacitados. “Entre los devotee nos decimos: estamos enfermos pero no queremos el remedio. Disfrutamos de la enfermedad. Yo durante un tiempo sufrí con esta enfermedad, pero ahora puedo decir que la estoy disfrutando”. Ya verán por qué.
En una de esas largas noches de insomnio Rodrigo tuvo una idea un tanto extravagante: quebrarse una pierna para poder usar muletas. Con unas maderas sobrantes creó un sistema de pitones y poleas y puso un peso sostenido por una soga en lo alto del techo para luego dejarlo caer sobre su pierna y así quebrarla en mil pedazos. “Tenía 13 años y ya era conciente que me atraía el tema. Quería ver cómo se sentía ser un discapacitado. A último momento me dije qué mierda estoy haciendo y tiré todo al carajo”. Por suerte para él ya dejó de tener estos deseos de pretender ser un discapacitado. Por suerte para él y para sus piernas.
Después de esta revelación ya me siento más en confianza para hacerle una pregunta más… qué sé yo, íntima diría.
– ¿Cómo es el sexo con una mujer discapacitada?
– Nunca me acosté con una discapacitada. En realidad nunca me acosté con una mujer en general. Soy virgen.
Siendo devoto e inmaculado no me queda otra que preguntarle cómo hacía para calmar todos esos deseos libidinales de estar con una mujer discapacitada. Le pregunto si, como todos nosotros, no recurría a material erótico de la web y a utilizar simplemente su mano para calmar sus ansias de placer. Pero me responde que no, que nunca sintió esa necesidad. Me responde: “Nunca me hice una paja en toda mi vida”.
– ¡¿Nunca te hiciste una paja?!
– Te lo juro. Sí estuve desesperado por estar con cualquier tipo de mujer, pero nunca recurrí a eso. – ¿Y como satisfacías tu libido si no te hacías una paja? – Cuando tenía 13 años hice unas muletas con unas maderas y durante un tiempo las usé a escondidas en mi casa. Caminaba de acá para allá con las muletas y eso me excitaba mucho. Pero nunca fue una obsesión estar con una persona con discapacidad.
Rodrigo quiere dejar bien en claro, para que nadie se confunda, que sus intenciones siempre fueron buenas, que tiene plena conciencia que está ayudando a personas que nadie mira, que todos discriminan. “Nunca fueron una carga estos sentimientos. Si vos me preguntás si en algún momento hubiese preferido dejar de sentirlos, te digo que no definitivamente. Estoy muy contento con esto que siento. Aparte, en mi caso va más allá del sexo. No soy un fetichista. Yo lo que quiero es una relación de pareja, amar a una mujer discapacitada”.
Estimados lectores de la Revista C:
Ustedes quizá no puedan comprenderme, pero es así: deseo ser discapacitada. Mi ideal sería ser parapléjica, pero para serles franca me conformaría con mucho menos. Una leve cojera, por ejemplo. Lo que fuese para aliviar un poco esta sensación de estar en un cuerpo que no me pertenece. La verdad es que no sé por qué deseo ser discapacitada pero sí sé que me pasa desde que era una niña. La intensidad del deseo fluctúa entre la obsesión y una necesidad relativa. Cuando estoy mal de ánimo es cuando más perentoria se vuelve esta cruel necesidad. Siempre me he sentido muy culpable con todo esto y la verdad es que me parece una falta de respeto total hacia los discapacitados insinuar que lo que personas como yo sentimos es natural o esté bien. Yo no creo que lo sea. Por otro lado, sé que muchos wanabees serían capaces de ir hasta las últimas consecuencias para conseguir su propósito: provocarse una lesión o amputarse un miembro de su cuerpo. ¡Pero ese no es mi caso! Yo sería incapaz de infringirme el más mínimo daño para llegar a estar paralizada. Entonces tengo claro que mi realización tiene que venir desde otro lado. ¡Espero que algún día la sociedad sepa comprendernos! Si otro wanabee o quien sea me quiere escribir para intercambiar sentimientos lo puede hacer a downflake@yahoo.es ¡Besos a todos!
Entrevista con Augusto. Tiene 35 años, un trabajo estable, está casado en un matrimonio que se cae a pedazos y tiene dos hermosos hijos. Su esposa desconoce que es devotee. Si lo supiese, huiría.
– En tu caso, ¿qué tipo de discapacidad te atrae?
– Amputaciones de miembros inferiores. Me da lo mismo si es la pierna derecha o lo izquierda. Lo que sí me gusta es que la amputación sea por encima de la rodilla. Hay gente que prefiere una o dos piernas amputadas, yo no tengo preferencia en ese sentido.
– ¿Y por qué crees que te atraen las mujeres amputadas?
– No sé ni me lo pregunto. Al principio sí me cuestionaba por qué tenía estos deseos. Me parecía demasiado raro porque no estaba dentro de lo que son los estándares que te enseñan: “A vos nene te tienen que gustar las chicas rubias, flacas y lindas”. Y que te guste algo diferente hace que te hagas un montón de planteos: “¿Por qué me atrae esta persona si supuestamente me debería dar asco?”. Y en un momento me dije “¿Por qué asco? ¿Cuál es la diferencia? Le falta algo, ¿y qué?” Sigue siendo la misma persona básicamente, ¿o no? Lamentablemente yo aún no pude conocer íntimamente a una mujer amputada.
– ¿Qué les dirías acerca de ustedes a las personas con discapacidad?
– Yo creo que les cuesta mucho conseguir sexo y desconfían de todo el mundo. A veces se protegen demasiado y no se dan la oportunidad de conocer a una persona que tal vez pueda gustarles o no. Les diría que salgan más, que se animen, que hay gente que noblemente gusta de ellos.
– En los foros dicen que los devotee son unos enfermos y que objetivan a los discapacitados.
– ¿Y qué si parcializamos al otro sin dañarlo? ¿Acaso la gente “normal” no es fetichista? A algunos hombres les gustan las culonas y a otros las tetonas. Hay 8 mujeres que se sienten atraídas por los musculosos y otras por los intelectuales. ¡Todos parcializamos! Todos tenemos un objeto de deseo más o menos oculto. Lo importante es no lastimar al otro. Nosotros, los devotos, les damos a las mujeres discapacitadas lo que mucha gente les niega: las dotamos de sexualidad, les damos la oportunidad de seducir al otro, de ser lindas y bellas. Dejemos de ser hipócritas, por favor.
Hace unos días Augusto me llamó y me dio la noticia que su matrimonio se terminó por despedazar. Además me dijo que tiene muchas ganas de conocer a una mujer amputada. Les dejo su correo: soydevo@gmail.com.
Estimado Pablo:
Quiero contarte que no amo a la discapacidad pero desde tiempos inmemoriales me he sentido compulsivamente atraído por damas discapacitadas, sobre todo por las que sufrieron amputaciones. Quisiera borrar de una vez por todas estos deseos que me atormentan. Te contaré un par de cosas que las puedes tomar en cuenta para tu investigación (prométeme que no vas a revelar mi identidad): 1. No sé cómo ni cuándo llegué a ser un devoto: creo que nací así. 2. Nadie sabe que soy un devoto. Me da una enorme vergüenza, me da terror. 3. He bregado fuerte para que esto no permanezca en mí, pero permanece. 4. He luchado, y hasta ahora lo he conseguido, por no dañar a nadie. 5. Esto es una carga emocional muy fuerte que me estresa y me deprime. 6. Vengo de una familia de buenas costumbres y dedico mi vida a trabajar, a ser un buen esposo y un muy buen padre. Ojalá tu artículo sirva para que la sociedad no mire a los devotos como aberrados sino como personas con psicología especial que necesitan ayuda. Particularmente, yo estoy encontrando ayuda en la Palabra de Dios, al menos he encontrado que El si me comprende, me perdona y me guía hacia sendas donde no hay maldad. Te mando un saludo.
Mi segundo encuentro con Rodrigo fue cuatro meses después y ya todo había cambiado. ¿Recuerdan que les dije que jugaba a seguir a las personas con discapacidad para poder admirarlos? Bueno, ese juego inocente tuvo sus frutos: así conoció al amor de su vida y también la cura a su enfermedad, según dice él.
Durante cinco años seguidos Rodrigo se tomó siempre el mismo colectivo para ir a la misma escuela. Días tras día. Y así fue como Rodrigo durante esos cinco años de viaje en colectivo admiró y observó en secreto a María, una chica discapacitada que utiliza bastones en ambos brazos para agilizar su errante andar.
“Yo me sentaba lejos de ella para que no se diera cuenta que la observaba. Alguna vez me pasé de parada para ver dónde se bajaba. Me llamaba mucho la atención su destreza al bajar del colectivo”.
Pero al terminar el secundario concluyeron también los viajes en colectivo y así Rodrigo no pudo admirar más a María. Hasta que un día, un amigo discapacitado de Rodrigo, sin saber que él admiraba en secreto a María, le pasó el mail de ella. Casualidad y destino -¿por qué no ambos?- confluyeron en la vida del devotee y la discapacitada.
Y así fue como finalmente se conocieron. Primero chatearon un tiempo e intercambiaron inquietudes hasta que tuvieron su primera cita. “Cuando la vi fue amor a primera vista. No sé qué fue lo que más me gustó, pero recuerdo que fue muy fuerte”.
Y bueno, salieron varias veces más, fueron a tomar unos helados por el barrio, se fueron conociendo y como cualquier otra pareja de tortolitos finalmente se pusieron de novios. Rodrigo, como todo caballero que se precie de tal, llevó a su novia a su casa para presentársela formalmente a su familia. Pero seguramente su madre, como todas nuestras madres, esperaba ver entrar por la puerta nupcial a una hermosa niña rubia y de ojos verdes. Quien entró fue una hermosa niña rubia y de ojos verdes pero con algunos pequeños detalles: a causa de una enfermedad congénita María tiene una malformación en la médula espinal que la obliga a usar bastones para poder caminar. Digamos que mamá rechazó a la flamante pareja, pero como el amor es más fuerte Rodrigo y María se fueron a vivir juntos a una pequeña pensión y su vida cambió radicalmente. Dejemos que él lo cuente.
“A partir de María me curé. Yo no discuto que estamos enfermos. Sí, lo estamos, pero no todas las enfermedades son malas. Me sigue atrayendo el tema discapacidad pero no sexualmente hablando. Antes de María, si veía a una mujer discapacitada, me excitaba. Ahora ya no, ahora veo a una persona más y punto”.
Hay un pequeño detalle de esta particular historia de amor que me olvidé de contarles. María no sabe que Rodrigo la conoce de hace tiempo, no sabe que él la admiraba en secreto en el colectivo. María no sabe que Rodrigo es devotee.
“Aún no le dije que soy devotee. Cuando se calmen más las cosas se lo diré. No sé cómo va a reaccionar. Pero siempre me gustó decir las cosas de frente, nunca mentí en toda mi vida. Entonces sí o sí se lo voy a decir pero no se cómo reaccionará. Tengo mucho miedo que diga que estoy enfermo y que me deje. Que tergiverse lo que yo siento por ella. Y yo tan sólo la amo”.
Querido Pablo:
Me llamo Marcela, tengo 30 años y soy nicaragüense.
Déjame contarte que desde muy pequeña he sentido atracción por los hombres en silla de ruedas. Crecí y mis fantasías fueron tornándose recurrentes e inexplicables para mí. Sin embargo, nunca he tenido contacto con personas discapacitadas: alimento mis fantasías con películas, telenovelas e internet. Utilizo mi imaginación más que nada pues mi atracción no es sexual, es romántica. Mis fantasías pasan más por el amor, aunque amor también implica, claro está, sexo. Pero sin segundas intenciones, más bien lleno de entrega y dulzura, caricias y mimos.
A partir de la web conocí el término devotee. Descubrí con asombro mensajes de gente como yo tratando de establecer contacto con discapacitados. ¡Al fin encuentro gente como yo! Lo digo con orgullo: ¡Soy una devota! Por primera vez en mi vida sé que no soy la única persona en el mundo que siente y ama de esta manera.
¡Qué locura!: hay hombres discapacitados que sueñan con una mujer que los valore y los ame y hay mujeres que sueñan con un hombre discapacitado a quien amar y entregarle su vida, pero paradójicamente el mundo nos impone los prejuicios que evitan que nos conozcamos. ¡Qué mundo cruel el nuestro! ¡Cuantas cárceles en nuestras cabezas! Espero que tu artículo sirva para que devotees y personas con discapacidad nos conozcamos entre sí y ser más felices. ¡Besos para todos!
“Abel es mi nombre. Mirá, desde niño siento admiración por las personas con discapacidad. Recuerdo que una vez estaba jugando con un muñeco y de golpe se le salió la pierna. En vez de ponérsela, jugué a que saltara sin ella. Recuerdo que eso me causó toda una sensación dentro de mí. Sí, tuve una erección, me escondí en el baño y me masturbé. En ese momento, a los 12 o 13 años, sentí que eso estaba mal. Supuse que se me iba a pasar pero transcurrieron los años y eso nunca cambió. Yo lo único que hice durante todo este tiempo fue esconder mis verdaderos sentimientos.
Antes de saber que existía el devotismo me sentía un enfermo total. Vivía deprimido y angustiado pensando que era la única persona en el mundo que sentía deseos sexuales por los hombres amputados. Porque además de ser devotee, soy homosexual. ¡Ja, ja! No me falta nada, ¿no? Y bueno, el año pasado, investigando en Internet, encontré mucha información y conocí a devotos y a discapacitados que no nos discriminan. Descubrí que no soy el único con estos deseos. Y la verdad que encontrar respuestas y dejar de sentirme un perverso fue un alivio muy grande. No sé si te das cuenta, pero la web nos salva la vida.
Mi primer experiencia sexual con un hombre amputado fue hace ya algunos años. Recuerdo que lo que me llamó la atención la primera vez que lo vi a él, obviamente, fue que le faltaba una pierna y que tenía sus muletas a un costado. Entonces me puse muy nervioso. El sólo hecho de hablarlo me acelera el latido del corazón. Tomé coraje, me le acerqué y le mentí: como estaba muy bien vestido le dije que era médico y que si necesitaba algún tipo de rehabilitación yo se la podía dar gratuitamente. ¡Y él me dijo que no había ningún problema!
Al día siguiente vino acá a mi casa, nos acostamos en la misma cama donde vos y yo estamos charlando ahora. Y él estuvo muy predispuesto a las revisaciones. Para mí que se dejara revisar era como hacer un sueño realidad. Se facilitó todo porque el tipo tenía una mente muy abierta. Pero obviamente que él se dio cuenta que yo no era médico y finalmente me sinceré y le dije que me atraía mucho por su amputación. Mi asombro fue mayor aún porque él me respondió: “Yo te entiendo, está todo bien”. Y yo le digo: “¿Pero a vos no te molesta?”. “No, para nada. Si querés tocar, tocá”, me dijo señalando su muñón.
Mirá, si tengo que decirte, a mí me gusta que la amputación sea por encima de la rodilla. Es así. El muñón como forma no tiene forma, pero es una cuestión fálica, es como si fuera una prolongación del pene, y de eso me di cuenta cuando estuve con este chico. Lo que me llamaba la atención era su pene erecto al lado de su muñón. Lo que más me calentaba era poder tocar su muñón, ser penetrado o penetrarlo a él era una consecuencia de la relación.
Fue una aventura fabulosa. Nos vimos varias veces más con intervalos muy largos, porque él vive viajando, es libre. Es más, actualmente no sé ni dónde está. Me gustaría saber de él, verlo una vez más aunque sea.
Yo ya acepté lo que me pasa, que soy devotee, y lo vivo con una cierta normalidad. Pero lo que me jode es no conocer a alguien que sea gay, amputado y que quiera tener algo serio. Eso es lo que realmente quiero. ¿Puedo dejar mi mail? Quizá alguien quiera conocerme. Eso espero. Mi mail es adt3113@hotmail.com. ¿Lo anotaste, Pablo?”
Devotee-catalan@hotmail.com dice:
Hola. ¿Qué tal? ¿De dónde eres?
Titi-mari@hotmail.com dice:
Hola, todo bien. De Argentina. ¿Y vos?
Devotee-catalan@hotmail.com dice:
De España. ¿Eres discapacitada?
Titi-mari@hotmail.com dice:
Sí.
¿Y qué discapacidad tienes?
Soy parapléjica. ¿Y vos?
Yo no. A mi me gustan las mujeres como tu. ¿Vas en silla desde hace mucho?
3 años.
¿En qué te afecta tu discapacidad?
Las piernas y un poco las manos.
¿Y puedes mover tus piernas?
No, nada.
¿Tienes alguna foto de tu cuerpo entero?
Sí, ¿por qué?
Me gustaría verte.
¿Para?
Para saber cómo eres.
A ver si adivino: sos devotee.
Sí, así es. ¡Lo soy!
¿Y por qué te gustan las personas discapacitadas?
No lo sé. Desde chaval me ocurre. Ya no me pregunto por qué.
¿Saliste con personas discapacitadas?
Sí, varias veces.
¿Con qué fin?
Como con cualquier otra persona. He tenido algún rollo si es lo que preguntas.
¿Qué te gustan más, las mujeres discapacitadas o no discapacitadas?
Las discapacitadas. Súper raro. Sí, algo raro sí que soy. Je, je, je.
¿Y qué te atrae de los discapacitados, su personalidad o discapacidad?
Las dos cosas.
Y bueno, gustos son gustos.
Así es. Ha sido un placer conocerte. Me voy a la cama.
Lo mismo digo. Chau, besos. La próxima te mando la foto.
Besos para ti. ¡Y espero la foto con ansiedad!
Después de mi último encuentro con Rodrigo me quedé un poco preocupado. No sé si recuerdan: él le estaba por revelar a su novia discapacitada que él es devotee. “Tengo mucho miedo que diga que estoy enfermo y que me deje. Y yo tan sólo la amo”, fue lo último que me dijo. Hace pocos días me lo encontré por la calle y me dio dos muy buenas noticias. La primera, que María comprendió con hidalguía su devotismo y que él la ama más allá de su discapacidad.
Luego de esta revelación, Rodrigo se arrodilló ante ella y le propuso casamiento. Y María aceptó. Así Rodrigo y María, el novio devoto y la novia errante, se casaron y fueron felices.